martes, 22 de octubre de 2013

¿El lado oscuro?

Permítanme que escriba sobre un ámbito que no es ajeno para quien suscribe: los   gabinetes de comunicación. Hablo de una labor, casi siempre denostada, que va más allá del simple envío de una nota de prensa o la convocatoria de un acto. El trabajo en un gabinete de comunicación -mucho más amplio que el de prensa- suelen desempeñarlo periodistas que, por lo general, encuentran más dificultades en el día a día por unos motivos u otros, y, sin duda, obtienen menos reconocimientos por parte de los jefes y compañeros de profesión.
Esta reflexión viene al hilo de una noticia publicada por Mikel López Iturriaga en El PAÍS titulada Premio a la nota más absurda, acerca de la labor de quienes trabajamos en “el lado oscuro” –término que muchos emplean para referirse a los gabinetes y que él también usa reconociendo en el texto, eso sí, cierta arrogancia. Señala que hay necios en ambas partes y que “seguro que entre los periodistas que ejercemos como tales hay más” En eso podemos coincidir aunque solo sea por una mera cuestión de estadística. Ahora bien, ¿“periodistas que ejercemos como tales”? Partiendo de la base de una única titulación universitaria que no distingue en función de los medios de comunicación, ¿en qué se basa tal afirmación? ¿Acaso es más fácil vender temas revestidos con un halo de interés -y casi a diario por obligación- que acudir a una rueda de prensa? ¿No es más sencillo transcribir el contenido de una comparecencia pública que redactar una nota a sabiendas que el asunto resulta intrascendente y la dirección es reacia a comunicar cualquier dato? ¿Será por eso que demasiadas veces hay quienes copian y pegan estas notas sin variar un ápice su contenido y pese a todo se atribuyen todo el mérito y la firman? ¿Es más complicado acudir a una convocatoria que convencer a los medios para que asistan a ella? ¿Es necesario jactarse del trabajo de uno poniendo en solfa el de los demás? Por supuesto que podemos encontrarnos con comunicados que resultan inauditos, pero no por ello hay que desprestigiar la labor del resto de compañeros; la mayoría –insisto- sí tienen la formación adecuada aunque el intrusismo en este campo tampoco es una excepción, de modo que me parece desafortunada la citada expresión.

Por cierto, si con “el lado oscuro” se refiere a que esta labor es ingrata porque los jefes nunca están contentos con la cobertura de los actos y siempre les parece poca información lo publicado en los medios, no puedo estar más de acuerdo. Ítem más, si esa definición evidencia el escaso reconocimiento público al carecer de un importante escaparate como es la página de un periódico o el altavoz de un micrófono, también coincido. Asumo ambas premisas. Sin embargo, no conviene echar por tierra una labor desarrollada por periodistas que han escogido esa vía o no han tenido otra elección, pero ejercen como tales.
 

viernes, 4 de octubre de 2013

¿Urbanismo a la carta?

Debo confesar que el pasado lunes, casi por azar, confirmé un presentimiento que rondaba por mi cabeza desde que comenzaron unas obras de pavimentación en la céntrica calle Antonia Díaz. Aquellos trabajos concluyeron con la ampliación de buena parte de su acerado en detrimento de unas cuantas plazas de aparcamiento –regulado, eso sí-. Se da la circunstancia de que en ese tramo, que es el más próximo a Adriano, conviven dos conocidos restaurantes. Ni sobran esas plazas, como pueden imaginar, ni estamos hablando de una vía tan intransitable que motive esa ampliación en beneficio del peatón. En nada se parece a otras –seguro que algunas de esas calles tiene usted en mente- en las que el ciudadano de a pie, de manera inevitable, se convierte en un funambulista que cambia el alambre por el bordillo, como sucede en Águilas, cuando, en un alarde de heroicidad, nos empeñamos en alcanzar la Alfalfa desde la Plaza de Pilatos. Ni qué decir tiene cuando la lluvia también quiere ser protagonista y los paraguas rozan los coches en más de una ocasión…  
Pero regresemos al Arenal. Pasado un tiempo prudencial desde el fin de aquellas obras, ese nuevo acerado se ha llenado por primera vez de veladores; se han colocado además unos toldos y grandes faroles de estilo "fernandino"
en las fachadas de ambos establecimientos.
Ahora bien, ¿era necesario que el Ayuntamiento hiciera esos trabajos de pavimentación con bolardos incluidos? ¿Es solo fruto de la casualidad que los restaurantes se hayan visto favorecidos con la obra? ¿Tenían previsto antes de ese proyecto sacar las mesas a la calle? Desde luego, las tasas por veladores no compensarían el dinero invertido. Según anunció el gobierno municipal el pasado mes de diciembre, el metro cuadrado de velador en categoría especial se paga a 37,40 euros -en Madrid hay que abonar 108,80 euros; en Bilbao 59,15 euros y en Málaga 92,33 euros-. Si ambos restaurantes colocan cinco o seis mesas y calculando que cada una de ellas con sus cuatro sillas correspondientes ocupan unos dos metros cuadrados… Hagan números.

Por cierto, la calle Jesús del Gran Poder lleva en obras desde hace unas semanas y el plazo estimado de ejecución es de siete meses o lo que es lo mismo la finalización coincidirá con la próxima Semana Santa. Pero seguro que el viernes de Dolores estará abierta al tráfico aunque haya que doblar turnos y como consecuencia abonar más dinero que el presupuestado. El tiempo dirá.